José Mourinho, entrenador de la Roma, habla de la final de la UEFA Europa League contra el Sevilla, de su desdén por los récords y de la "felicidad suprema"

El 21 de mayo de 2003, José Mourinho dio otro gran salto en el mundo de los entrenadores al llevar al Oporto a una victoria por 2-3 en la final de la Copa de la UEFA contra el Rangers en Sevilla. Fue el primero de los cinco triunfos consecutivos del técnico portugués en grandes finales de competiciones de clubes de la UEFA (el quinto llegó con la Roma en la final de la Europa Conference League de la temporada pasada), y dirige a su equipo en la final de la UEFA Europa League de esta temporada contra el Sevilla con la esperanza de conseguir el sexto de seis.

No es que las estadísticas sean una gran preocupación, como Mourinho se esforzó en señalar a UEFA.com antes de la final. A sus 60 años, la posibilidad de convertirse en el primer entrenador que gana esta competición con tres equipos no le preocupa en absoluto, lo que da la medida de un técnico para el que el próximo gran éxito es siempre el más importante.

En el 20º aniversario de su primer trofeo europeo con el Oporto

No pienso demasiado en lo que pasó antes. Lo que pasó, pasó. La historia no se puede borrar. Los momentos difíciles con (esos) sentimientos, tampoco los olvidas, pero te acostumbras a vivir con ellos. Y yo siempre miro hacia delante. Tal vez ese sea mi secreto o mi filosofía, de llevar tantos años en el fútbol, así que esta final para mí es una nueva final. No pienso en Oporto (en 2003), ni en el Roma de la temporada pasada. Sólo pienso en esta final. Ésa es mi forma de ser.

¿Es significativo el hecho de que me enfrente al Sevilla cuando gané ese primer trofeo en Sevilla? No, no lo creo. Llevo muchos años en el fútbol. Quizá la gente piense que soy más viejo de lo que soy. Quizás miran mi pelo blanco y piensan que soy muy viejo, pero no lo suficiente como para pensar en cerrar el círculo. No, no, no. Me van a tener, todavía, durante muchos años.

Sobre su récord de victorias en finales

La historia no gana partidos en absoluto. Miras las finales del Real Madrid y piensas que el Real Madrid gana todas las finales. Miras al Sevilla y dices que el Sevilla gana todas las finales. Pero la realidad es que la historia no gana partidos. La superstición es algo que no me gusta, así que no considero la superstición ni siquiera como un factor.

Es una nueva final. Es una nueva historia. Ellos tienen experiencia de haber estado allí. Nosotros tenemos experiencia porque estuvimos (en una final europea) hace muy poco, estuvimos (allí) la temporada pasada. Así que no hay problema, sólo quiero jugar.

Sobre el entrenador del Sevilla, José Luis Mendilibar, que sólo ha dirigido cuatro partidos europeos

Me alegro mucho por él. Conozco a Mendilibar desde hace muchos, muchos, muchos años. Fui a España en 2010, jugamos en la misma liga. Conozco su trabajo, conozco sus cualidades, sé lo bueno que es, sé lo bien preparado que está y nunca ha tenido la oportunidad de ir a un club que luche por estos grandes premios.

Cuando le dieron el puesto en el Sevilla, lo hizo increíblemente bien. Transformó totalmente el equipo; un equipo que tenía problemas en la liga, un equipo que fue eliminado de la Champions League, y construyó un equipo con sus conocimientos, con su experiencia. Estoy más que feliz de abrazarle antes y después de la final.

Sobre su determinación de celebrar otro gran éxito

¿Sé que podría convertirme en el primer entrenador que gana esta competición con tres equipos? La verdad es que me da igual. Trabajamos para (los aficionados). En este momento de mi carrera, pienso en la felicidad que podemos dar a esta gente.

Estar en esta final es algo que nadie habría esperado al principio de la temporada, cuando se observa la increíble, increíble calidad de los equipos de la Europa League. Barcelona y Arsenal estuvieron en esta competición y fueron eliminados muy, muy pronto. Para la Roma, estar en esta final significa mucho. Así que vamos a intentar darles (a los aficionados) la máxima felicidad.